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América Latina es clave para la protección de la biodiversidad y la lucha contra la crisis climática a nivel mundial. Sus bosques, humedales y ecosistemas marinos están entre los sumideros de carbono más importantes del planeta, un servicio debilitado por actividades como la explotación y uso de combustibles fósiles.

En AIDA vislumbramos una región donde el ambiente y las comunidades, especialmente las que están en situación de alta vulnerabilidad, cuenten con protecciones duraderas.

Para lograrlo, seleccionamos casos que sientan precedentes y que resultan en herramientas y estrategias nuevas, posibles de replicar y que sumen a la protección del ambiente sano en la región.

Tras celebrar 25 años de trabajo en favor del derecho a un ambiente sano en la región, AIDA está lista para encarar un nuevo cuarto de siglo como una organización robusta y multidisciplinaria.

En los próximos años, continuaremos y fortaleceremos con nuestra búsqueda de justicia ambiental y climática mediante dos iniciativas interconectadas, cada una con ejes de trabajo definidos:

 

1. Promoción de una transición energética justa

Una transición energética justa implica transformar las relaciones de poder entre quienes más contaminan y el resto del mundo, evitar la profundización de conflictos socioambientales y proteger los derechos de las comunidades y personas involucradas en procesos de generación de energía. Al ser un asunto que no puede ser abordado solo a nivel país, AIDA aportará su visión regional para incrementar el alcance de decisiones locales y nacionales, potenciar estrategias legales y fortalecer una propuesta de transición para el continente. Nos enfocaremos en:

  • Evitar la dependencia del petróleo y el gas.
  • Detener la extracción y el uso del carbón.
  • Promover energías renovables y sostenibles.
  • Abogar por un financiamiento y gobernanza climáticos basado en derechos humanos.

 

2. Protección de sistemas que sostienen la vida

Los servicios ecosistémicos que sostienen la vida en América Latina y en el mundo —entre ellos la captura y almacenamiento natural de carbono para mitigar la crisis climática, la provisión de alimentos, aire y agua limpios— están en riesgo por la falta de acciones ambiciosas y efectivas. Para garantizar la subsistencia de los sistemas de vida en el continente, tanto en comunidades rurales como en grandes ciudades, AIDA centrará sus esfuerzos en:

  • Proteger el océano, desde las costas hasta alta mar.
  • Preservar las fuentes de aguas dulce y los territorios tradicionales
  • Defender la cultura y los medios de vida tradicionales.
  • Mejorar la calidad del aire.

 

En los años que vienen, desde nuestro rol regional, seguiremos aportando a soluciones centradas en las personas y en la naturaleza para enfrentar efectivamente y desde los esfuerzos colaborativos los desafíos ambientales y sociales en el continente.

 

Artículo publicado originalmente en Ojo al Clima

 

Hasta ahora, el océano ha figurado poco en las negociaciones sobre el clima de las Naciones Unidas. Sin tomarlo en cuenta, las soluciones a la crisis climática quedarían incompletas.

Las sesiones anuales o Conferencias de las Partes (COP) del Convenio Marco de la ONU sobre el Cambio Climático han enfatizado la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para afrontar el problema, pero no han incluido un reconocimiento expreso al rol del océano y a su protección en el cumplimiento de esa meta global.

Un océano saludable es un reservorio natural de carbono y su degradación implica la intensificación de la crisis climática. Sin su ayuda, no podremos evitar que el planeta se caliente a un nivel insostenible.

Pero el océano está empezando a desmoronarse por factores de presión como la sobrepesca la contaminación, y a los que se añade la crisis climática.

El más reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) da cuenta que el océano sufre de sobrecalentamiento, acidificación y de pérdida de oxígeno, esencial para la vida bajo el mar.

El informe reveló lo peor: la crisis climática es la crisis del océano.

Sin embargo, aún tenemos ventanas de oportunidad para devolverle la salud al océano, mejorando su gobernanza y controlando la temperatura del planeta.

Salud decadente

El océano desempeña un papel clave en el mantenimiento de la vida en el planeta. Produce la mitad del oxígeno que respiramos, circula el agua dulce y genera nutrientes. De su buen estado depende el sustento de comunidades dedicadas a la pesca y el turismo.

Y, en los últimos años, el océano ha sido un amortiguador. Interponiéndose entre nosotros y los peores efectos de la crisis climática, el océano ha absorbido un 93% del exceso de calor y 28% del dióxido de carbono presentes en la atmósfera, señalaron los expertos de la ONU.

Pero esta protección natural le trae graves consecuencias. Al absorber e interactuar con agentes contaminantes, la tasa de aumento de temperatura del océano se ha más que duplicado desde finales del siglo XX, según el IPCC.

La evidencia científica reciente no es una alerta más, sino quizás el último y más urgente llamado a proteger el océano mediante una acelerada acción climática.

Actuar ya

Una oportunidad para rescatar a este ecosistema está en los planes de cada país para reducir emisiones y contener el calentamiento del planeta a 1,5 grados centígrados (o lo más cerca posible de esa cifra).

La vigésimo quinta Conferencia de las Partes (COP25) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, a realizarse en Chile en diciembre, representa el plazo final para que los países presenten compromisos nuevos y más ambiciosos para 2020.

Costa Rica, como sede de la reunión preparatoria de la COP25, ha decidido darle espacio a la naturaleza en la lucha climática. De hecho, el océano es uno de los temas que el gobierno ha decidido colocar en la agenda de la PreCOP, que tendrá lugar del 8 al 10 de octubre.

Compromisos más fuertes para la reducción de emisiones librarán al océano de uno de los principales factores de presión que lo tienen al borde de colapso.

Solución integral

Pero esta no es la única acción que la comunidad internacional está tomando para salvar este ecosistema.

Aún se está negociando un tratado sobre alta mar: áreas marinas fuera de la jurisdicción nacional. Juntas que concentran casi dos tercios del océano. Los países tienen de aquí al 2020 para lograr un tratado que proteja alta mar y con ello casi la mitad del planeta.

De otro lado, los Estados Parte del Convenio sobre la Diversidad Biológica, también vinculante, negociarán nuevas metas para la protección de la biodiversidad en una reunión que se celebrará en 2020.

La meta para la biodiversidad marina debería ser la protección de al menos un 30% del océano mediante áreas protegidas de manera efectiva y el manejo sostenible del 70% restante.

Poner fin a la sobrepesca y a la contaminación en todas sus formas, así como prevenir una pérdida adicional de biodiversidad, ecosistemas y hábitats, son medidas esenciales que están a nuestro alcance.

Pero urge una clase política que actúe en consecuencia y que proteja el océano. La próxima década es decisiva.

 

En marzo tendrá lugar, en el seno de Naciones Unidas, la segunda conferencia intergubernamental para avanzar en las negociaciones de un tratado internacional para la conservación y uso sostenible de las áreas marinas ubicadas fuera de la jurisdicción nacional.
 
En este seminario virtual, expertos y expertas analizaron los temas clave que serán incluidos en el tratado -entre ellos la protección de zonas de alta biodiversidad y los recursos genéticos marinos- e hicieron un repaso de los momentos históricos que nos han llevado a esta etapa de negociación.
 

Panelistas

  • Mariamalia Rodríguez: Doctora en Derecho del Mar, consultora de High Seas Alliance y experta en temas de gobernanza marina.
  • Mariana Blanco: Abogada especialista en Derecho Ambiental y Gerente de Incidencia Política de la Fundación MarViva.
  • Jorge Cabrera: Abogado, profesor de Derecho Ambiental, investigador y experto en recursos genéticos marinos.
Moderó: Gladys Martínez, Abogada Sénior del Programa de Biodiversidad Marina y Protección Costera de AIDA.
 
 

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Presentaciones

1. Presentación inicial:
 

 

2. Presentación de Mariamalia Rodríguez, consultora de High Seas Alliance y experta en temas de gobernanza marina:
 

 

3. Presentación de Mariana Blanco, abogada especialista en Derecho Ambiental y Gerente de Incidencia Política de la Fundación MarViva:
 

 
4. Presentación de Jorge Cabrera, profesor de Derecho Ambiental, investigador y experto en recursos genéticos marinos:
 

 

Del 4 al 17 de septiembre, se llevará a cabo en Naciones Unidas la Conferencia Intergubernamental donde los Estados inician las negociaciones formales de un instrumento jurídicamente vínculante para la conservación y uso sostenible de las áreas fuera de la jurisdicción nacional (alta mar). Ecuador ha sido clave durante todo este proceso. 

En este seminario virtual, representantes del gobierno ecuatoriano y expertos en el tema explicaron este proceso y la importancia de proteger la diversidad biológica en alta mar.

 

Panelistas

  • Erick Ross Salazar, Gerente de Ciencia, Mar Viva (Costa Rica): Conectividad entre áreas costeras y alta mar.
  • Luis Oña Garcés, Segundo Secretario, Misión Permanente de Ecuador ante Naciones Unidas: Hacia un nuevo instrumento internacional que regule la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina más allá de la jurisdicción nacional de los Estados.
  • Cristian Gallardo-Escárate, Subdirector del Centro Interdisciplinario para la Investigación Acuícola (INCAR) de Chile: Biodiversidad y recursos genéticos marinos en áreas fuera de las jurisdicciones nacionales.

 

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Presentaciones

1. Presentación de Erick Ross Salazar, Gerente de Ciencia en Mar Viva:

 

2. Presentación de Luis Oña Garcés, Segundo Secretario, Misión Permanente de Ecuador ante Naciones Unidas:

 

3. Cristian Gallardo-Escárate, Subdirector del Centro Interdisciplinario para la Investigación Acuícola (Chile):

 

En el seminario virtual, expertas y expertos en el tema explicaron en detalle la importancia de un nuevo tratado sobre alta mar, el proceso de su negociación  en el marco de Naciones Unidas y los principales beneficios que implica.

Los océanos nos protegen de los impactos del cambio climático, absorbiendo el 90% del exceso de calor causado por el cambio climático. Son fuente de alimento y de recursos genéticos con los que se producen medicamentos. Además, millones de familias dependen para subsistir del turismo y de otras actividades relacionadas con el mar. Pese a ello, el 64% de los océanos está desprotegida. Se trata de las aguas internacionales o alta mar.

La necesidad de conservar esta parte de los océanos, y la vida que albergan, es urgente. Ante ello, los gobiernos del mundo tienen, con el nuevo tratado, la oportunidad histórica para contribuir al logro de esa meta.

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Presentaciones

Tú puedes ayudar a proteger las prístinas y cristalinas aguas de la aislada costa de la Patagonia chilena.

Es posible que te estés preguntando qué tiene eso que ver con el salmón. Bueno, basta con tener en cuenta que:
 

1. El salmón sobre tu plato probablemente viene de Chile.

En países de América Latina como Colombia y México, la mayor parte del salmón que se consume viene de Chile. En ese país, durante los últimos 30 años, la industria del salmón se ha disparado, convirtiendo a Chile en el segundo productor mundial.
 

2. Las granjas de salmón causan graves daños ambientales

Las jaulas usadas en la salmonicultura albergan tal cantidad de peces que agotan el oxígeno del océano, sofocando la vida en el mar. Los antibióticos y químicos con los que se alimenta a los salmones se acumulan en el fondo marino. Las granjas causan la proliferación de algas tóxicas para la vida silvestre. Y los salmones que escapan de sus jaulas son más grandes y agresivos que las especies silvestres, aventajando a los demás peces en la búsqueda de comida.
 

3. Chile planea cuadruplicar el número de granjas de salmón en las aguas vírgenes de la Patagonia sur.

Las granjas de salmón se están mudando a las hasta ahora prístinas aguas de la costa sur de Chile. Más de 100 de ellas operan actualmente en la región, y se prevé que 342 más se instalen también ahí. La Patagonia sur alberga la mayor cantidad de áreas naturales protegidas del país, las que cobijan a ballenas, pingüinos, delfines y a muchas otras especies amenazadas.
 
 
  • Hemos presentado una denuncia ante el Superintendente del Ambiente, pidiéndole que investigue los daños de la salmonicultura y sancione a las empresas responsables.
  • También estamos generando apoyo público para la denuncia mediante una petición ciudadana.
  • Y estamos trabajando con aliados para documentar el tema en video y educar a un público amplio sobre los daños causados por la industria del salmón en uno de los últimos rincones prístinos de Sudamérica.
 
 

Y si comes salmón, ¡por favor compra solo salmón silvestre, no cultivado!
 

Por décadas, los océanos nos han protegido de los impactos del cambio climático, absorbiendo el 90% del exceso de calor provocado por el calentamiento global. Son fuente de alimento y de recursos genéticos con los que se producen medicamentos como aquellos que combaten el cáncer. Y, por si eso fuera poco, millones de familias dependen del turismo y otras actividades económicas relacionadas con el mar para subsistir. 

Pese a su importancia, gran parte de los océanos está desprotegida. Se trata de alta mar, las aguas internacionales que ocupan el 64% de la superficie total del océano, y que no están gobernadas por ningún país. Las medidas de gestión que sí existen por parte de ciertos organismos, dan lugar a un mosaico de protecciones sin ningún mecanismo de coordinación.

El mes pasado, participé en la tercera reunión del Comité Preparatorio de Naciones Unidas, un proceso que busca crear un nuevo tratado, bajo la Convención de Naciones Unidas sobre Derecho del Mar, para proteger la vida en alta mar.

La negociación busca, entre otras cosas, la creación y el manejo adecuado de Áreas Marinas Protegidas en alta mar, regiones que permitirían conservar y rescatar la rica biodiversidad albergada en los océanos.

He estado involucrada desde la primera reunión del Comité. AIDA es miembro del High Seas Alliance, una coalición de organizaciones que participa activamente del proceso. También somos la única organización de Latinoamérica con representación en las reuniones.  

En la tercera reunión, los representantes de gobiernos de la región participaron de forma activa, expresando la necesidad de un acuerdo fuerte. Se espera que la siguiente reunión, prevista del 10 al 21 de julio, dé paso a una Conferencia Intergubernamental, instancia en la que se negociará el contenido del tratado.

Protección a un costo muy alto

Además de absorber la mayor parte del exceso de calor del planeta, los océanos absorben casi el 30% de todos los gases de efecto invernadero, los cuales son responsables del cambio climático.

Esta protección natural les trae graves consecuencias. Al interactuar y absorber agentes contaminantes como el dióxido de carbono, los océanos sufren de acidificación —fenómeno que reduce los niveles de calcio, sustancia necesaria para las conchas de varias especies de fauna marina— y de pérdida de oxígeno, esencial para la vida bajo el mar.

Esos impactos afectan, en consecuencia, la provisión de alimentos y la generación de fuentes de empleo en rubros como el pesquero y el turístico.

A la luz del nuevo pacto climático, el Acuerdo de París, y de la negociación de este nuevo tratado para alta mar, los gobiernos deben hacer mucho más para proteger a los ecosistemas marinos de los impactos del cambio climático.

Áreas Marinas Protegidas

El Congreso de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ha llamado a los gobiernos a proteger el 30% de los océanos mediante la creación de Áreas Marinas Protegidas y otras medidas para asegurar la salud de los mismos.

Hace dos años, Palau, uno de los países más pequeños del planeta, dio un gran paso hacia el cumplimiento de la meta global de preservar nuestros mares. La nación isleña del Pacífico Norte, reconociendo los beneficios de una reserva marina totalmente protegida, designó al 80% de su territorio marítimo (el tamaño de España) como reserva en la que no puede haber pesca de arrastre, minería u otra actividad extractiva dañina.

De ese modo, Palau protegió a las cerca de 1.300 especies de peces y 700 tipos de coral que viven en las aguas de ese rincón del mundo.

En América Latina, países como Chile, Ecuador y Costa Rica han seguido el ejemplo de Palau y han salvaguardado áreas en sus aguas nacionales. Pero esas acciones necesitan incluir también a alta mar.

Ese impulso debe seguir creciendo para desarrollar el nuevo tratado de alta mar y asegurar que el mismo incluya un proceso para establecer Áreas Marinas Protegidas, incluyendo reservas.

En más de 10 años de trabajo como abogada ambiental, he aprendido una valiosa lección: toda la vida que nos rodea proviene de los océanos. Es hora de cuidarlos como ellos cuidan de nosotros.

Hace poco, el 1 de septiembre, cumplí 10 años de trabajar por la justicia ambiental y hacer realidad uno de mis sueños de estudiante: defender a quienes no tienen voz. En todo este tiempo, mis mejores clientes han sido el mar y sus costas. La experiencia acumulada me ha enseñado que la vida depende de los océanos.

Por ello me sentí feliz de celebrar este aniversario participando en los esfuerzos internacionales para construir un acuerdo de cumplimiento obligatorio para conservar la vida en alta mar.

Se considera alta mar a las aguas internacionales que, al no pertenecer a ningún país, no cuentan con una protección legal para las plantas y animales que albergan.

La posibilidad de un tratado que brinde ese amparo significa una segunda oportunidad para los océanos y para quienes dependemos de ellos: la humanidad en su conjunto.

Tiempo de reflexión

A lo largo de mi carrera como abogada ambiental, he trabajado para evitar y reducir los impactos negativos de la pesca ilegal y la pesca excesiva. Desde AIDA y en alianza con organizaciones aliadas, he usado normas internacionales y logrado avances hacia la pesca sostenible y la conservación de humedales, manglares y arrecifes de coral.

Durante los últimos años, he tenido el honor de trabajar junto a Sandra Moguel, abogada del programa marino de AIDA en México. Debido a la dedicación y liderazgo de Sandra, hemos podido resguardar los océanos, costas y a las comunidades amenazadas por el desarrollo mal planificado.

Sandra se fue recientemente de AIDA para trabajar con nuestros socios del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), como directora de su Oficina Regional Sureste. Aunque yo, y todos en AIDA, extrañaremos tenerla a nuestro lado, su nuevo cargo me llena de gran esperanza para México y para la lucha en defensa del rico patrimonio ambiental del país.

El trabajo de Sandra para proteger los humedales costeros, río y océanos de México no será olvidado pronto. Con base en sus éxitos, continuaremos la lucha para preservar las aguas de la región y defender a las comunidades que dependen de ellas.

Una nueva esperanza

Esta lucha me llevó recientemente a la ciudad de Nueva York, junto con la High Seas Alliance, para participar del desarrollo de un tratado para alta mar.

Este año participé de dos reuniones del Comité Preparatorio del tratado, junto con representantes de Estados y de la sociedad civil. El acuerdo está siendo construido en el marco de Naciones Unidas y buscamos concretarlo en el plazo de dos años. El tratado será implementado bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR).

En representación de AIDA, la única organización de América Latina involucrada en las reuniones de planificación del tratado, estoy trabajando para asegurar que las aguas de alta mar reciban la misma protección que las aguas nacionales que por tanto tiempo hemos defendido.

El tratado de alta mar es un esfuerzo realmente colaborativo que alberga una gran esperanza para la protección de las aguas internacionales de nuestro planeta.

Responsable con mi región

Como costarricense, siento la responsabilidad adicional de cuidar el patrimonio natural de América Latina, región privilegiada con áreas de gran importancia en alta mar. Creo que es fundamental crear allí reservas marinas. Eso permitiría disminuir la presión de la pesca sobre los recursos marinos, contribuiría a generar un equilibrio ambiental y haría que los entornos y sus habitantes se adapten a los efectos del cambio climático.

En aguas internacionales de la región existen “áreas ecológicamente significativas” como:

  • El Domo Centroamericano. Está en el Pacífico y cambia constantemente de lugar debido a los vientos y las corrientes oceánicas. Es zona de alimentación,  reproducción y crianza para atunes, ballenas azules, tiburones, delfines y tortugas marinas, entre otras especies.
  • El Café del Tiburón Blanco. Ubicada en aguas internacionales del Océano Pacífico, entre la Península de Baja California y Hawái, el área es clave para los tiburones blancos, especie en grave peligro, que se congregan allí al salir de la costa de México o California.
  • Montes submarinos de Nazca y Sala y Gómez. Con más de 3,000 kilómetros de largo en el Pacífico sureste, se extienden más allá de aguas chilenas, país donde son protegidos por el Estado. Sin embargo, sus secciones en alta mar están desprotegidas. Ello ocurre pese a que tienen uno de los niveles más altos de diversidad biológica marina del mundo. Cobijan y benefician a ballenas azules, tortugas marinas baulas, peces espada, macarelas chilenas y otras especies. La mayor parte de los montes se encuentra en estado natural por lo que su protección es urgente.
  • Zona de Fractura del Atlántico Ecuatorial. Ubicada entre Brasil y la Cuenca del Guinea, el área no pertenece a ningún país. Es fuente de alimento y energía para diferentes especies de peces (entre ellas el atún aleta amarilla, el atún patudo y el pez espada) y para tortugas marinas como la baula y la verde.

Proteger el alta mar es vital para brindar un espacio seguro de alimentación, reproducción y crecimiento a diferentes especies marinas. Quiero seguir aportando a esa causa y cumplir 10 años más siendo la voz de América Latina y abogando por la preservación de sus tesoros naturales.

En Semana Santa visité con mi familia el Parque Nacional Marino Las Baulas en Guanacaste, Costa Rica. Un guardaparques preparado y comprometido nos habló de las amenazas que las tortugas marinas enfrentan cuando desovan en la costa, y de la importancia de cuidar las playas y evitar desarrollos inadecuadamente implementados.

Pero lo que más llamó la atención fue la curiosidad de mis dos hijos, de cinco y tres años de edad, al saber lo mucho que las tortugas debían nadar para poner sus huevos. “Si se pierden, ¿las tortuguitas ya no nacen?”, preguntaron.

Para muchos la respuesta a esa interrogante es un misterio y de ahí viene la importancia de proteger la vida en alta mar, en aquellas aguas internacionales que no pertenecen a ningún país y que son, por tanto, un bien común global.

Lo que sucede en alta mar, más allá de lo que podemos ver y cuidar desde la costa, es lo que mueve a las más de 33 organizaciones no gubernamentales y a las más de 193 delegaciones en Naciones Unidas que están reunidas en Nueva York para trabajar, durante dos semanas, en la construcción de un acuerdo legalmente vinculante para conservar la vida marina en las áreas que están fuera de cualquier jurisdicción nacional.

El acuerdo será implementado bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR).

AIDA es la única ONG de América Latina que está presente en la Primera Sesión del Comité Preparatorio que busca crear el nuevo acuerdo en el plazo de dos años. Como parte de la High Seas Alliance (HSA) y gracias al apoyo de The Pew Charitable Trusts, estamos trabajando para llevar la voz de la sociedad civil latinoamericana a las negociaciones. 

Junto con las otras organizaciones que integran la HSA, estamos abogando para que el nuevo tratado cumpla los siguientes principios:

  1. Protección y preservación del medio marino de alta mar, incluyendo el cuerpo de agua.
  2. Cooperación entre Estados para conservar los recursos vivos de alta mar.
  3. Utilización de la mejor información científica disponible para la toma de decisiones.
  4. Buena administración de los recursos de alta mar, garantizándolos para las presentes y futuras generaciones.  
  5. Implementación del principio de precaución según el cual la ausencia de información no puede constituir una excusa para no proteger los ecosistemas de alta mar.
  6. Gestión basada en una planificación a gran escala que tome en cuenta la interrelación de la biodiversidad marina.
  7. Sostenibilidad y equidad en referencia a la posibilidad de utilizar los recursos para cubrir las necesidad de las generaciones presentes, respetando las necesidades de las generaciones futura. Deberá prestarse especial atención a los intereses y beneficios para los países en desarrollo.
  8. Buena gobernanza (transparencia, participación pública y acceso a procedimientos de revisión y recursos)
.
  9. “Quien contamina, paga”, lo que implica que los Estados que causen contaminación deben asumir su responsabilidad.
  10. Cumplimiento y respeto de los compromisos adquiridos bajo la CONVEMAR.

Adicionalmente, consideramos de vital importancia que los Estados incluyan la creación de áreas marinas protegidas fuera de las jurisdicciones nacionales para garantizar la conservación y preservación de la biodiversidad marina.

Desde AIDA vemos con mucha ilusión y esperanza el compromiso de los Estados durante este primer tramo del largo camino a recorrer. Sabemos que tras estos dos años de negociaciones veremos surgir con éxito un tratado que proteja la biodiversidad marina que pertenece a todos, aquella que es albergada en la mayor porción de nuestros mares.

¡Apóyanos para seguir trabajando hacia esa meta!

Por Gladys Martínez

“Mi mamá es la mejor abogada del mundo porque defiende a las tortugas, a los corales, a unos bosques salados que hay en el mar y a toooodos los peces”. Cuando escuché a mi hija Daniela, de cuatro años de edad, decir eso frente a un auditorio de padres, niños y niñas, mis ojos se llenaron de lágrimas y mi corazón, de emoción y felicidad. Escuchar a mi pequeña presumir lo que su mamá hace renueva mis fuerzas para seguir trabajando apasionadamente.

Daniela resumió muy bien mi trabajo como parte del equipo de abogadas del Programa de Protección Marina y Costera de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA). Mis compañeras y yo contribuimos a la protección de los recursos marino-costeros del continente americano bajo tres ejes: arrecifes de coral, manglares y pesca. Usamos las normas nacionales e internacionales en favor de los ecosistemas marinos y de las personas que dependen de ellos.

Los arrecifes de coral

En AIDA sabemos que al proteger los arrecifes de coral, preservamos una barrera natural que reduce los impactos de tormentas y huracanes, fenómenos cada vez más intensos debido al cambio climático, en las comunidades costeras. También estamos conscientes que gran parte de las especies de peces que disfrutamos en nuestra mesa aún existen porque tienen en los arrecifes un hábitat de reproducción importante.

Los manglares

Los manglares o “bosque salados” como los llama mi hija, son bosques pantanosos que existen en lagunas, riberas y costas tropicales donde el agua dulce del río se mezcla con el agua salada del mar. Mis compañeras y yo estamos decididas a salvaguardar estos ecosistemas porque sabemos son nuestros mejores aliados. Capturan hasta 50 veces más dióxido de carbono que los bosques tropicales. Además, son fuente de alimento para aves y centros de reproducción y desarrollo de especies de fauna marina como el camarón, el cangrejo y algunos peces que a su vez son el medio de sustento de comunidades costeras. Un ejemplo de ello es Marismas Nacionales, el mayor bosque de manglar de México y el cual buscamos preservar.

La pesca

Finalmente y conscientes de que los ecosistemas se interrelacionan y dependen unos de otros, en AIDA trabajamos por la implementación de estrategias legales y técnicas para una pesca sostenible. Si cuidamos un pez, el resto de los peces también resultará beneficiado. Queremos que las generaciones futuras puedan saborear un pescado de mar y no solo lo observen en una foto. Hemos visto que la adopción de medidas adecuadas han permitido la recuperación de poblaciones de peces como ocurrió con el “hoki” en Nueva Zelanda, o la anchoveta en España y Francia y el bacalao en la región del norte oceánico.

Cada día disfruto y agradezco el privilegio que tienen mis hijos, Daniela y Agustín, de poder correr en medio de un bosque, meter los pies en el mar y sentir el movimiento de pequeños peces entre sus dedos, o maravillarse al ver por primera vez alguna especie de mariposa o árbol. En esos momentos reafirmó las palabras que mis padres nos dijeron a mi esposo y a mí un día: “Valen más muchos buenos recuerdos al aire libre que muchos juguetes en la casa”. 

En AIDA somos 26 personas trabajando a lo largo del continente con entrega y compromiso. Lo hacemos por Daniela y Agustín, y mis hijos, y por el resto de pequeños y pequeñas que ya son parte de la organización: Amber, Esteban y Eloísa, Constanza, Jared, Isabelle y Caroline, Izabela, Paloma, Marc y Rosalie.

Trabajamos por nuestros hijos y por los de todos, para que las generaciones actuales y futuras tengan la oportunidad de gozar de un ambiente saludable.

¡Gracias por apoyar nuestra labor!

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